¿Y esto qué tiene que ver con el Protocolo?
El 12 de julio de 2012, la asamblea general de la ONU emitió la resolución 66/281 (https://undocs.org/es/A/RES/66/281) que instauró el día 20 de marzo como EL DÍA MUNDIAL DE LA FELICIDAD.
El objetivo primigenio fue el de dar una vuelta de tuerca a las políticas estatales y de gobierno pensando no solo en el bienestar económico de las personas sino en la necesidad de gestionar las labores de gobierno, introduciendo, como filosofía básica de actuación en toda la gestión política, un elemento fundamental para las personas como es la búsqueda de la felicidad.
Se reconoce en dicha resolución en primer lugar la necesidad de la felicidad y el bienestar como como “objetivos y aspiraciones universales en la vida de los seres humanos de todo el mundo y la importancia de que se reconozcan en los objetivos de las políticas públicas”

Por otro lado, se reconoce así mismo, “la necesidad de que se aplique al crecimiento económico un enfoque más inclusivo, equitativo y equilibrado, que promueva el desarrollo sostenible, la erradicación de la pobreza, la felicidad y el bienestar de todos los pueblos”

Esta iniciativa nace en Bután sobre los años 70 reconociendo el valor preponderante de la felicidad sobre los ingresos nacionales y de ahí nace un índice de valoración, desgraciadamente poco conocido, pasando del producto interior bruto a la FELICIDAD INTERIOR BRUTA.
Nivel de vida, derecho a la vivienda, sanidad para todos, y educación son derechos fundamentales de todo ciudadano que se deben complementar con unas conductas humanas y sociales que den valor a las vidas humanas y animales para reforzar los valores de tolerancia respeto y convivencia en las discrepancias de opinión con el objetivo de conseguir el concepto que cada uno tiene de felicidad.

Con las acciones individuales de cada uno se podrán conseguir situaciones felices de rebaño consiguiendo una sociedad más justa y en definitiva mas feliz, pero se hace preciso quela gestión política se base en estos parámetros.
Sea cual sea el concepto que cada uno tengamos de la felicidad, hay tres aspectos a los que todos aspiramos y que a todos interesan para conseguir ese concepto de felicidad:

En un primer lugar convergerán todas aquellas cuestiones que se refieren a la mejora del entorno personal como son el bienestar familiar, los amigos, o la realización en el trabajo realizado día a día.
El segundo factor que afectará sin duda a la forma de vivir de cada uno y por tanto a la consecución de la felicidad personal se centrará en el cultivo de determinados valores sociales que cada uno elige el cómo desarrollarlos: La lealtad, la amistad, la sinceridad, la tolerancia, y ese largo etcétera que hacen de la convivencia algo que merezca la pena.
Y en tercer lugar, un factor que podrá determinar la mejor manera de vivir de cada uno es lo que Sabater lo definió como LA CORTESÍA.
La cortesía, no entendida como esa acepción que la define como función social que tiene que ver con una educación cultural de atención a los demás o de uso de normas de convivencia y comportamiento, sino la CORTESÍA, entendida como la mejor forma de relación social para cultivar el resto de valores sociales que te permitan ser más feliz.

Y es aquí, en este tercer factor, donde una nueva disciplina emergente enmarcada en las ciencias sociales tiene mucho que decir. EL PROTOCOLO Y LA ORGANIZACIÓN DE EVENTOS.
Insisto en que no hay que entender el protocolo como una serie de normas de educación a cumplir en un determinado ámbito y, ni mucho menos, entenderlo tal y como se refleja en un concpeto obsoleto registrado en el diccionario de la RAE, “Regla ceremonial diplomática o palatina establecida por decreto o por costumbre”
Fomentamos otro concepto de protocolo que configura y consigue una mejor relación social en todos los ámbitos, entre los países, entre los ciudadanos, entre los gobernantes y los gobernados, entre las instituciones, entre las empresas y sus entornos, las familias, etc. y todo ello, con el objetivo de transmitir los mensajes que cada uno quiera o desee emitir para que los reciba el público objetivo al que se dirige.
Todo lo que hacemos en cada momento del día es un evento en sí mismo. Si somos capaces de interactuar en ese evento continuo de relación con los demás de la manera adecuada no cabe duda de que nos facilitará la vida de mejor manera.
Establecer los procedimientos necesarios para que cada evento sea un éxito y se consigan los objetivos del mismo, conseguirán en primer lugar el que las personas optimicen su forma de vida y, como consecuencia de ello, la sociedad se hará mucho más amable para vivir y por tanto más feliz.
Por otro lado, puedo asegurar, por experiencia propia, que el ejercicio de la profesión del protocolo y la organización de eventos genera una cota muy elevada de gratificación personal, fundamentalmente por su necesaria creatividad y en gran medida por la continua innovación que se requiere en la ejecución. Aquí no hay rutina. Cada acto, cargado de valores tradicionales y de experiencias anteriores, es distinto.
Pero esto no se consigue así, genéticamente.
Hay que prepararse por medio del análisis (qué queremos),el estudio y la experiencia (cómo lo hacemos) para poder emitir los mensajes personales e institucionales de la manera más efectiva
Día 20 de marzo día de la felicidad,

Día 20 de marzo, por sus consecuencias, también puede ser el día del protocolo
Señor Gerardo Correas, interesante su articulo, como profesional de area de Protocolo me he permitido compartirlo en mis redes. Saludos…