ANGEL PÉREZ


Había oído hablar de él, pero la primera vez que le vi fue en el año 1997 en una reunión inicial de planificación de lo que después fue el Premio Internacional de Protocolo y surgió la magia de la amistad, cultivada por el cariño durante todos estos años.

Allí nos entregó un ejemplar de la revista que promovía, dirigía y escribía el en su totalidad “Formas” 

 En aquellos años, triunfaba en la televisión una serie que se llamaba “Aquí no hay quien viva” que trataba, en clave de humor, los avatares de una comunidad de vecinos. Mi primer recuerdo de Formas es un artículo que titulaba: “Queda inaugurado este nuestro ascensor” donde explicaba cómo había reunido a toda su comunidad de vecinos para poner en marcha el ascensor estropeado durante un largo tiempo, detallando cada paso que había dado para convertir una penalidad en un acto de amistad y relación social entre convecinos. Explicaba así, de esta manera, sencilla, siempre con un humor especial y con una pluma exquisita, cosas de protocolo para profanos y para profesionales.

No me da el papel para narrar la multitud de anécdotas que después de ese primer encuentro hemos vivido juntos en Madrid, en Zaragoza y en distintos foros a los que no faltaba, salvo casos de fuerza mayor, y en todas daba una lección. Con permiso me las guardo para que me salga una sonrisa llena de admiración y de cariño cada vez que piense en él.

Angel no era Ángel. Angel era Ángel Pérez y así seguirá siendo eternamente en nuestra memoria. Una persona tan especial como brillante en su desarrollo profesional, demostrando que un buen profesional solo  lo será si es  buena persona.

Ángel, amigo,  te has reunido con tu tío Pedro. Sí, aquel que componía canciones que te mandaba  para que las editaras y publicaras, y tú atónito veías que  ya eran famosas ( Angelitos negros, Guantanamera…)  y nos lo contabas de manera magistral.

Allá donde estéis los dos, publicadlas y cantadlas a voz en grito.

De ti aprendí mucho, MUCHO, pero me quedo con que la humildad y el criterio rodeados de la sonrisa y la bondad personal son las mejores herramientas para alguien que se dedique a esto del protocolo. Esto es lo que has sido siempre. Una “buena gente” que encima era MUY MUY GRACIOSO.

Eres de todos, pero aquí te tengo, aquí conmigo.

Gracias por ser mi amigo.